Discriminación en centro comercial.

 

Solo ser

Las personas leen mi apariencia según su punto de vista. Es común que sientan confusión sobre mi género, y algunas veces no sepan descifrar si soy hombre o soy mujer, otras dan por hecho que soy hombre y otras dan por hecho que soy mujer, sin siquiera cuestionarlo.

No quiero vestir “como mujer”, tampoco quiero vestir “como hombre”, ni me identifico como tal. Solo me gusta cierta ropa y la uso, sin importar como me vaya a leer la gente.

¿Cómo me idéntico? Sin género, otras veces como género fluido.

Ahora narraré una experiencia que me sucedió cuando regresaba de visitar a una amiga intersexual de Colombia.

De regreso a México, hicimos escala en Panamá. La escala era de varias horas, así que, si nos dábamos prisa, podríamos ir a un centro comercial o al canal de Panamá. Después de pensarlo un poco, decidimos ir a un centro comercial, ya que nos dijeron que la ropa es muy barata en Panamá.

Entramos a tiendas de ropa y zapatos nos probamos algunas cosas. En las primeras dos tiendas, no hubo problema al entrar al vestidor de mujeres, pero si en la tercera tienda a la que entramos, y que fue la última por lo que sucedió. Tomamos alguna ropa que nos gustó y nos dirigimos a los vestidores de mujeres – no quise ir al probador de hombres porque estaba en otro piso, y teníamos poco tiempo. Mi acompañante iba delante de mí y paso sin ninguna dificultad al vestidor. Cuando yo iba a entrar, y me topé con la empleada que atendía el vestidor, me dijo: “dale la ropa a tu amiga”, le contesté: “me la voy a probar”, entonces, viéndome de pies a cabeza, me dijo: “no puedes entrar al vestidores de mujeres”, tenía una expresión de burla en su cara y una leve sonrisa. “Soy mujer”, le dije. En ese momento, me arrebato la ropa de las manos, sentí mucho enojo, había una fila de mujeres detrás de mí y todas se rieron al presenciar todo. Debido a esto, aumento mi enojo, sentí que me humillaban. Me sentía confundida y alterada por la ira.

En eso mi acompañante, al ver que no entraba al vestidor regresó y preguntó: “¿Qué pasa?”, a lo que solo dije, “Vámonos”, y la tomé de la mano y la jalé a la salida, caminando rápidamente. “Espera, ¿Qué sucede?”, me dijo mi amiga. Yo estaba enfurecida por la situación, y aventé la ropa que tenía aún en la mano, luego le arrebate a mi amiga la ropa que tenía en sus manos y la aventé. Me dirigí a la entrada para pedir que nos devolvieran nuestras mochilas que habíamos dejado en la paquetería de la tienda. En ese momento, se me ocurrió tomar mi pasaporte e ir a demostrarle a la empleada del vestidor que estaba cometiendo un error y una injusticia, quería demostrarle que según mis documentos oficiales yo era mujer.

Así que tomé mi pasaporte, y sin decir nada a mi amiga, me dirigí rápidamente al vestidor y le dije, “¡aquí está mi pasaporte!”, con voz fuerte y molesta, “¡véalo bien!, ¡vea mi nombre!”. Lo miró, y seguía pensando que le estaba mintiendo, enseguida llamo al encargado, y le dijo, “Mira, dice que es mujer”, entonces el encargado tomo mi pasaporte y dijo: “no sé qué hacer en estos casos”, entonces la empleada dijo al encargado que llamara al gerente.

Para ese momento, yo no estaba dispuesta a que vinieran más personas y todo se hiciera un escándalo, así que le dije, “deme mi pasaporte”, con voz fuerte y molesta, me lo dio, regresé con mi amiga, tomamos nuestras partencias y salimos de la tienda.

 

Recordar y plasmar lo sucedido en esta experiencia aún me causa un poco de tristeza, ya no me causa enojo. No me gusta volver a recordar. Sin embargo, lo hago con la finalidad de que este testimonio pueda ayudar a quienes pasen por situaciones como esta, que sepan que no están solxs y que muchas personas pasamos por lo mismo.

En esos momentos mi mente estaba confundida por la ira, sé que no actué correctamente. En ese momento podría justificar mi ira y mi acción violenta para con mi amiga, al arrebatarle la ropa y hablarle mal, cuando ella ni siquiera sabía lo que había sucedido, pero en ese momento podía sentir tan sólido el derecho a sentirme ofendida. Ponerme en una postura de víctima. Fue un error. Además estábamos en otro país, me puse en peligro a mí misma y a mi acompañante al estar aventando cosas por la tienda, y porque prácticamente le grité a la empleada y todo estuvo a punto de volverse un escándalo.

Lo ideal es ser asertivo, pero ¿cómo ser asertivo en estas situaciones?

En situaciones como ésta, es complicado ponerse en el lugar del otro, a menos que hayas trabajado esa habilidad. Ahora entiendo que la empleada estaba en posición de cuidar a las mujeres que entraban al vestidor, esa era su intención, y aunque no tuvo porque actuar así, en ese momento me leía un como hombre, y por tanto como un posible peligro si entraba al vestidor de mujeres. Pero al enfrentarnos a situaciones así, donde nos agreden de alguna manera, no se justifica que actuemos de la misma manera, porque la agresión y la violencia solo lleva a más violencia. Con respecto a mi acompañante, no fue justo ni correcto que actuara agresiva con ella porque ella solo quería ayudarme, y en realidad no sabía lo que sucedía.

Definitivamente actuar con ira no sirve en absoluto, porque te causa daño a ti y a quienes te rodean. Tampoco es correcto no hacer nada al respecto, porque no logras ningún cambio. Además, al reprimir todo se va generando un cúmulo de emociones como la ira, tristeza, frustración o deseos de venganza, que en cualquier momento pueden emanar.

Es importante actuar de manera tranquila, y así, poder decidir cual es la mejor forma de actuar en un momento determinado.

También es importante identificar instituciones de Derechos Humanos y organismos contra la discriminación en tu país. Se sabe que muchos actos de violencia y discriminación no se denuncian por miedo, vergüenza, y, muchas veces, por falta de eficacia en algunos organismos. Sin embargo, me parece que es lo mejor que se puede hacer en este tipo de situaciones. Algunas veces, estos organismos son federales, y al haber denuncias por discriminación contra un establecimiento, estos organismos pueden tomar acciones como imponer multas u obligar al establecimiento a tomar medidas para que esto no vuelva a suceder.

Gritar y enojarnos, en realidad no soluciona nada, incluso puede empeorar las cosas, pero mantener una actitud tranquila, decir lo que tenemos que decir de manera calmada sin alterarnos y denunciar si puede generar cambios importantes.

Cuando vivas un evento de este tipo, siempre asegúrate de investigar el nombre de las personas implicadas, del establecimiento, y recabar toda la información posible para poder armar tu denuncia de la manera más completa que puedas.

4 comentarios en “Discriminación en centro comercial.

  1. Este tipo de situaciones, nos ha pasado muy a menudo, a veces hasta nos tocaba mostrar la camiseta o nuestras credenciales, pero con el paso del tiempo, aprendimos que no todos tienuna mente abierta, o incluso, un toque de amabilidad y algo de humildad al decir “disculp, un error mío, una disculpa, y prosiga con su compra” aprendimos a ser respetuosos si queremos que nos respeten y algo extra añadimos siempre ir con amigas que nos conozcan y te ayuden en ese momento, un abrazo Laura

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Touya, gracias por tu comentario y por el apoyo.

      Es muy triste este tipos de situaciones. Es cierto que con el tiempo te vas dando cuenta que a veces las personas pueden ser muy crueles, por su percepción errónea. El otro problema es que pareciera que sienten todo el derecho de tratarnos como se les de la gana, por vernos «diferentes».

      Les mando un fuerte abrazo.

      Me gusta

  2. Desde hace tiempo que he querido hacer un comentario sobre esta publicación. Lamento no haber tenido tiempo sino hasta ahora.

    Antes que nada, admiro tu capacidad de analizar tus reacciones. El conocimiento que tienes de ti misma, es importante, porque te permite estar mejor preparada para situaciones que se presentan así de la nada.

    Quiero compartirte algo: hace unos meses, mi ex-pareja y yo nos alojamos en un hotel, y nos dio la gana levantarnos temprano e ir a la alberca. Para amb*s, era natural jugar en el agua, incluso intercambiar besos. Lamentablemente, para algunas personas afuera de la alberca nuestras expresiones de afecto fueron motivo de incomodidad. Hicieron que una persona de seguridad del hotel, una mujer que por otro lado era bastante comprensiva porque no hizo ningún alarde de autoridad y mostró empatía con nosotr*s, fuera a decirnos de esa situación. Pero aquí justamente viene la parte que quiero compartir: mientras que mi ex se mostró seren*, yo tuve que hacer acopio de mucha fuerza para contener una reacción explosiva que no hubiera sido de beneficio para nadie. Fue muy frustrante porque fue la primera vez que experimenté la intolerancia de la gente. Si hubiésemos sido una pareja cis, estoy segura que nuestro comportamiento hubiera sido interpretado con la naturalidad que merecía. Yo tenía ganas de ir a gritarle a las personas que habían ido a hacer esa acusación y herirlos como yo me sentía herida. Pero ayudó mucho la empatía de la persona de seguridad, quien solo habló con nosotr*s y nos dijo que no nos preocupáramos, que siguiéramos en la alberca, que disfrutáramos de nuestra vida. A los diez minutos nos salimos, porque yo personalmente me sentía ya incómoda. Cuando pasamos a un lado de las personas en cuestión, no pude evitar mirarlos con desdén. Ya en la habitación, me fundí en un abrazo con mi ex y me di cuenta que, aunque era doloroso, esa experiencia me había hecho más fuerte.

    Creo que al final, no nos queda más que seguir luchando por esos espacios que, de entrada, no tendrían por qué sernos vedados. Un vestidor, un sanitario, una alberca… Luchar contra el prejuicio implica seguir tratando de vivir con la naturalidad que la vida misma nos exige. Quiero creer que un día las cosas serán mejores. Nos toca, por lo pronto, situarnos en un escalón moral superior, ser la mejor persona posible y, como bien dices, evitar el conflicto y buscar soluciones más constructivas.

    Un abrazo, amiga.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Hana, Gracias por compartir tu experiencia.  
       
      Lo siento por contestar después de un año jaja (broma) 

      Cuando nos ha tocado vivir violencia y discriminación por largo tiempo, podemos experimentar miedo y odio muy fácilmente, hacia personas e instituciones que nos discriminan, agreden, y nos niegan algunos servicios. Pero el odio genera más sufrimiento. El miedo nos paraliza.  

      Concuerdo contigo cuando dices «Luchar contra el prejuicio implica seguir tratando de vivir con la naturalidad que la vida misma nos exige » creo que no lo pudiste decir mejor.  
       
      Te mando un abrazo infinito, amiga.  

      Le gusta a 1 persona

Deja un comentario