¿Cómo es que la homofobia y transfobia afecta a las personas intersex y andróginas? 

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Aunque nunca me he identificado con ninguna de las siglas del acrónimo LGBT, siento una profunda empatía por las personas que si se identifican con el mismo, entiendo los problemas y discriminación que enfrentan, ya que día a día enfrento esos mismos problemas y discriminación.

Como he comentado en el blog, al nacer fui asignada como niña, pero en la adolescencia mi cuerpo desarrollo características sexuales secundarias consideradas masculinas, tales como vello corporal considerado excesivo para una mujer, barba, hombros anchos, mis caderas no se ensancharon, prácticamente no desarrollé pechos, etc. En otras palabras, tengo un cuerpo intersex [uno con características sexuales congénitas que no parecen encajar en las definiciones típicas de masculino o femenino], y, como podrán darse cuenta, mi apariencia es andrógina.

Pueden percibirme de manera errónea muy fácilmente, todo depende de los prejuicios de las personas. Pero el problema no es como me perciban, el problema real es como actúen esas personas ante sus percepciones y prejuicios. A continuación, compartiré algunos ejemplos de esto.

Cuando era adolescente, fui criticada por mi tono de voz (grave, en ese entonces) y por mi forma de ser y físico que eran considerados «masculinos», generalmente las críticas venían de mis hermanos(as) y de mí madre.

Aproximadamente a los 18 años, cuando ya mi cuerpo se había desarrollado, tenía mucha barba y vello corporal, me depilaba todo el tiempo, en ese entonces usaba cabello largo, maquillaje y ropa considerada femenina. Las personas me discriminaban porque me percibían como una chica trans. Creo que en muchos sentidos si parecía una mujer trans, lo cual no tiene nada de malo, pero la sociedad es cruel con las personas que no se ajustan a sus ideas de lo que debe ser una mujer. Recibía mucha violencia psicológica, algunas personas me acosaban y molestaban, pero la peor violencia que sufrí fue de parte de algunos novios que tuve en ese entonces, quienes frecuentemente hacían comentarios despectivos sobre mi apariencia.

Debido a estas y otras situaciones, a los 25 años decidí cortar mi cabello, lo corté por impulso hasta dejarlo muy corto, dejé de maquillarme y comencé a usar ropa unisex. Entonces, comencé a recibir otro tipo de discriminación, ya que algunas personas me leían como lesbiana (aunque nunca me he identificado así), y otras personas me percibían como un hombre gay, y me hacían muchos comentarios homofóbicos. También le llegaba a gustar a mujeres y a hombres gay, y estos últimos se sorprendían al enterarse que no era un hombre.

Algunas veces, cuando me dejaba crecer un poco la barba (por descuido o por otro motivo), me llegaron a preguntar: “¿Eres chico trans?” o “¿Porque tienes barba?”, en ese entonces vivía en una ciudad que era un poco más tolerante con la diversidad y mentía diciendo que estaba en tratamiento hormonal, inyectándome testosterona, porque no quería decir que me salía barba de manera natural. Me sentía más segura al decir que yo había decidido tener barba.

Casi todos los doctores que he visitado para atender problemas de salud ajenos a mis características sexuales, han buscado “ayudarme” ofreciendo tratamientos hormonales que no solicito, o canalizándome con sus colegas endocrinólogos quienes, según ellos, me “ayudarán a descubrir” que sucede con mi cuerpo, y me administrarán un tratamiento hormonal, el cual hará que tenga una apariencia más femenina. Siempre he rechazado su “ayuda”. Algunos doctores han sido invasivos e insistentes, y les he dejado claro que no me interesan sus tratamientos. En cambio, hay otros que al parecer tienen la sincera intención de ayudar, simplemente desconocen las variaciones en las características sexuales NO son una patología, y se dejan llevar por lo que aprendieron en la escuela de medicina.

En el transcurso de mi vida he pasado violencia psicológica y algunas veces también violencia física, todo como consecuencia de la percepción errónea sobre mi identidad de género o preferencias sexuales, y por los prejuicios sociales que existen contra toda persona percibida como no-heterosexual o no-cisgénero.
Aunque no pertenezco a la comunidad LGBT, siento empatía por las personas de la de la comunidad, porque sé que las formas de discriminación y violencia son horribles, ya que a mí me ha tocado vivirlo en carne propia.

Algunas veces siento miedos reales y no reales. Me enfrento a las situaciones que se me van presentando de la manera que considero más adecuada, intento nunca ponerme en riesgo y no dañar ni odiar a quienes me agreden. Es una lucha interna que a veces me quita energía y no permite que me enfoque en mis tareas cotidianas, ya sea el trabajo o el estudio.

Sin embargo, gracias a que nací con un cuerpo que no es típico, tuve la oportunidad de conocer a un ser hermoso, hablo de mi novia que también es una persona intersex, y también conocí a otras personas intersex que son admirables, fuertes, valientes, que me inspiran a seguir adelante día a día, algunos de ellxs son mis amigxs. Ellxs son mi verdadera familia.

A partir de que entré en contacto con la comunidad intersex, mi vida cambió por completo. Ahora soy una persona estable emocionalmente, y me siento feliz y satisfecha con mí vida, mi novia me ha ayudado mucho en esto.

Algunas veces se me olvida como era mi vida antes de encontrar a esta hermosa comunidad, se me olvida lo sola que me sentía, y empiezo a sabotearme con pensamientos negativos, pero luego recuerdo el pasado y paro mi dialogo interior, y así, puedo volver a concentrarme en el presente y disfrutar lo que ahora tengo y nunca pensé tener: una verdadera familia.